Más tragedias sobre ruedas: seis muertos en dos siniestros

Dos adolescentes murieron y otros tres, dos de 16 y uno de 18, resultaron gravemente heridos cuando el Mini Cooper en el que viajaban impactó contra un árbol, luego de tomar una rotonda a gran velocidad, en la costanera de San Pedro, provincia de Buenos Aires. El asiento trasero salió despedido por la violencia del impacto. Sucedió el domingo 8 a las 5 de la mañana, en la avenida España. Las víctimas fatales fueron identificadas como Serena Muñoz (17), quien conducía, y Federico Laurino (17), que iba como acompañante.* Vidas jóvenes truncadas. Sus familias, destruidas.

También el domingo, en la Autopista Ezeiza-Cañuelas, Provincia de Buenos Aires, cuatro personas murieron y un quinto ocupante de una Renault Kangoo blanca se encuentra en muy grave estado, luego de que la camioneta en la que se trasladaban quedó incrustada contra una columna de alumbrado. Las víctimas fatales son el conductor Oscar (24) y César (51) Ramírez, Fátima (40) y Ezequiela (54) González. Jorge Sánchez (33) resultó con lesiones graves.* Más vidas truncadas, más familias destruidas.

Estos son solo dos de los siniestros ocurridos el pasado fin de semana, protagonizados por conductores jóvenes. Se están investigando las causas de estas tragedias, que seguramente tienen algo en común: el exceso de velocidad fue determinante en el resultado.

Los siniestros de tránsito son la principal causa de muerte de los jóvenes de entre 15 y 34 años de edad. En Argentina, más de 3.000 perdieron la vida en 2019. Mueren más por esta causa que por cualquier tipo de enfermedad.

Casi todos los días se registran muertes o lesiones graves en el tránsito de jóvenes que circulan en motocicleta, en automóvil, en bici o a pie.

Los jóvenes conductores:

Protagonizan tres veces más siniestros que los conductores mayores.
Son causantes o responsables principales de la mayoría de los hechos que sufren.
Cometen más errores que los mayores.
Protagonizan más accidentes univehiculares.
Conducen más frecuentemente a excesiva velocidad y/o alcoholizados.

Tomar conciencia de los límites y la fragilidad es un desafío para quienes, inexpertos e inmaduros, están ansiosos por vivir experiencias nuevas, en compañía de su grupo de amigos, fuente de identidad y de diversión, desplegando sus habilidades y capacidades y superando sus miedos e inseguridades, en el camino hacia la autonomía y la adultez. (Para saber más: “Los jóvenes, vulnerables en el tránsito»).

Pero en este proceso, muchos mueren al volante, y también matan, hieren o ponen en riesgo a otros.

Es importante que los adultos comprendan que pueden y deben protegerlos y educarlos para el cuidado de la vida.

¿Qué pueden y deben hacer los adultos?

La autoridad policial: debe controlar y sancionar severamente, de una vez por todas, la conducción bajo efectos del alcohol, a excesiva velocidad y las corridas de carreras en la vía pública.
Se debe brindar educación vial a los niños y jóvenes en la escuela para que sean conscientes de los riesgos del sistema del tránsito y de sus responsabilidades como peatones y conductores.
Los padres: deben ser conscientes de la vulnerabilidad de sus hijos inmaduros y restringirles el uso del auto, especialmente para salir durante la noche y en compañía de amigos. Además, deben dialogar con ellos sobre los riesgos de subir a un auto manejado por desconocidos, o alcoholizados, que les gusta correr, etc.

No asumir estas responsabilidades es ser co-responsables de estas tragedias cotidianas.

Salvemos a los jóvenes de la pandemia permanente de los siniestros de tránsito.

*Fuentes: Asociación Civil Luchemos por la Vida / Clarin, El Día, Diario Hoy, La Opinión.

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